Dios creó el mundo

Cuando aún no existía el tiempo, el mundo era lúgubre y lúgubre. Dios cambió las cosas.
Primero, ordenó que la luz brotara en la oscuridad. Y apareció la luz.
Luego ordenó a los embravecidos océanos que se retiraran, y así apareció la tierra seca.
Pero la tierra estaba vacía y silenciosa, salvo por el batir de las olas y el susurro del viento.

Entonces Dios le dio la orden a la tierra de producir plantas y árboles.

¡Qué magnífico aspecto ofrecían estas primeras hojas verdes y estas brillantes flores! Luego, en el cenit del vasto cielo que había creado, Dios ordenó que el sol brillara durante el día y que la luna arrojara una luz suave durante la noche.

Creó estrellas para brillar contra el terciopelo oscuro del cielo.

El cielo y el mar seguían silenciosos y vacíos.

Dios puso el océano de criaturas para nadar desde el pez más pequeño hasta la ballena más grande. Hizo los pájaros
para cantar melodías armoniosas mientras revoloteaba de árbol en árbol. Era un mundo maravilloso, y Dios vio lo bueno que era.

Pero la tierra todavía estaba vacía. Fue entonces cuando Dios hizo a los animales. Creó a las pequeñas criaturas peludas, así como a las enormes y poderosas bestias salvajes. Bosques y bosques, campos y llanuras cobraron vida gracias a los animales que Dios había creado.

Dios ordenó a todos los peces y aves, así como a todos los demás animales, que se reproduzcan y se multipliquen, para que el mundo entero esté poblado, animado y feliz.
Dios miró todo lo que había hecho y dijo: "Es muy bueno".

Fin

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